Quién no se acuerda de su infancia y de esos días que nos portábamos mal y nos pegaban una cachetada que nos dejaba los dedos marcados y los ojos llorosos, masticando el dolor por dentro para no romper en llanto y mostrar un signo de debilidad. Esa fue la sensación que me quedó una vez que el árbitro hizo sonar su silbato anunciando que se terminaba el primer derby de la ciudad en este 2008. Y ese sentir invadió mi cuerpo porque fue duro el golpe, se había colmado de expectativa un partido que tuvo dos semanas de puntos suspensivos por los problemas sociales de nuestro bendito país, y el resultado deportivo no era el esperado; sin embargo poco se les puede recriminar a los jugadores que dejaron todo, jugando bien y mal, siendo precisos y desprolijos, seguramente jugando como se pudo y no como se quiso, pero se transpiró hasta la última gota de sudor en el afán de querer ganar el partido y por ello quedó ese nudo atragantado en la garganta aguantando el dolor, por mas que doliera.
Dentro del 11 local, se realizaban algunas variantes con respecto al equipo que jugase en Serodino frente a Boca: Retamozo volvía al arco en lugar de Damián González, recuperaba su puesto Giraldi como lateral derecho entrando por el lesionado Pablo Ramírez, Castellá nuevamente se vestía de mediocampista central debido a la ausencia (por cuestiones laborales) de Raúl Alvarez, Bernaus tenía un lugar en la defensa y el ingreso de Luciano Zarate desde el comienzo por el suspendido Roberto Ammsonaud.
El marco fue el ideal, el colorido de ambas parcialidades estuvo a la altura de lo que el partido entre un puntero y su escolta, ameritaban. Serpentinas, papelitos, bengalas, bombos, bombas, y aproximádamente 300 personas fueron el decorado de un club en el que se respiraba fiesta por donde se lo mirara. Sin embargo poco demostraron los 22 protagonistas dentro del rectángulo verde, en la primera etapa. Esporádicas situaciones de peligro y las acciones del juego permanentemente cortadas; típico partido clásico, típico partido cerrado, peleado y trabado.
La parte complementaria ganó en adrenalina y revoluciones. Y la visita golpeó primero, una entrada en solitario del jugador Pacheco establecía el 1 a 0 parcial, y a partir de allí el partido se desdibujó. El juego brusco dijo presente y en una misma jugada 4 jugadores se fueron antes del final del partido: Castellano y Bernaus por el lado de Santa, Pacheco y Rodríguez por el lado de ellos. Todo sucedió tras un tumulto producido en el mediocampo.
Un obligado cambio de esquema (debido a las expulsiones de los 2 zagueros centrales) terminó de partir al medio al equipo de Guevara, quienes a pesar de esto lograron la igualdad a partir de una arremetida por derecha de (el intratable) Bustamante, que terminó dentro de la red. Todo parecía encaminarse para el lado local, porque fue ese tramo del partido donde se vio lo mejor de Catalina, con buen juego colectivo y algunas situaciones de riesgo. Pero seguía arriesgando demasiado en defensa y eso le iba a costar caro. De contra golpe y en 5 minutos, los visitantes lo definieron a través del jugador Olocco, quien convirtió 2 goles para terminar con el partido.
Se esfumó el invicto de 5 partidos ganados, se perdió por primera vez en el año y la herida que ayer estaba a flor de piel, hoy ya empieza a cicatrizar. Porque más allá de esto, nunca son del todo malos los cachetazos, ya que te ayudan a darte cuenta de los errores y te dan motivos para corregirlos. Fue tropezón, pero no caida. Queda un largo camino por recorrer y el fútbol es tan grato que siempre te da revanchas; vaya uno a saber si es un capricho del destino o una jugada del azar que quizo dar una revancha casi de manera inmediata... Revancha que se juega el próximo domingo, para torcer la historia, para cambiar la cara y aliviar un poco el dolor del cachetazo.